La digitalización ha transformado la manera en que las personas interactúan entre sí, cómo consumen información y cómo las empresas operan. La pandemia del COVID-19 ha acelerado aún más este proceso, con la adopción de herramientas y tecnologías digitales para el trabajo remoto y el comercio electrónico.
En la actualidad, la mayoría de los países cuentan con políticas y estrategias de digitalización para impulsar la innovación y el crecimiento económico. La conectividad a Internet se ha expandido y la penetración de los dispositivos móviles ha crecido exponencialmente en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo.
Además, la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la nube se han convertido en tecnologías clave para la transformación digital de las empresas y la sociedad en general. Estas tecnologías están siendo utilizadas en áreas como la atención médica, la seguridad, el transporte, la energía y la agricultura, entre otros sectores.
Sin embargo, la digitalización también ha dado lugar a preocupaciones sobre la privacidad, la seguridad y la equidad, ya que las empresas recopilan y utilizan grandes cantidades de datos de los usuarios. También ha aumentado la brecha digital entre aquellos que tienen acceso a la tecnología y aquellos que no, lo que puede exacerbar las desigualdades sociales y económicas.
Las medianas, pequeñas y micro empresas (MIPYMEs) deben digitalizarse para mejorar su competitividad y crecimiento a largo plazo. La digitalización les permite llegar a nuevos mercados y clientes, mejorar la eficiencia en la gestión de sus operaciones, reducir costos y aumentar su capacidad para innovar y adaptarse a las demandas del mercado. Además, les permite competir en igualdad de condiciones con empresas más grandes y establecidas. En un mundo cada vez más digital, las empresas que no se adaptan corren el riesgo de quedarse atrás y perder oportunidades de negocio importantes.